Las Mentiras de Planned Parenthood sobre el Aborto

Es sabido que Planned Parenthood es el proveedor de abortos más grande de USA, y que todos los años pone millones de dólares al servicio de potenciales negocios en el extranjero: la legalización del aborto y su incorporación en el sistema público. Podrían contentarse con sólo la legalización, pero el negocio sería aún mayor si es el Estado el que paga la cuenta, no sólo por los sobreprecios, sino porque de esa manera mujeres “carenciadas” tendrán acceso a tan necesitado medio de salud. Es por eso lo del “aborto legal, seguro, y gratuito.” No voy a discutir aquí la falacia del credo tripartita feminista-abortista. Simplemente me quiero referir una vez más a cómo asociaciones como Planned Parenthood de modo sistemático esquivan la pregunta más importante acerca del tema: Cuándo comienza la vida. A cambio se enfocan en lo que creen la razón más profunda: la salud de la madre (de hecho en Argentina mienten descaradamente afirmando que se realizan ¡500,000 abortos clandestinos al año! El tema es que toda ideología siempre usó la mentira como arma principal, especialmente el comunismo).

En una entrevista hace unos años, la presidenta de Planned Parenthood esquivó la pregunta afirmando que “es irrelevante en la conversación”, “eso depende de lo que cada mujer considere…” Cecile Richards no pudo dar una respuesta coherente a algo tan estudiado en el campo científico. Ciertamente que la respuesta la sabe, pero su cinismo la lleva a incluso parecer estúpida al balbucear intentos de respuesta.

Pero Planned Parenthood no siempre tuvo esta táctica. En 1933, el médico Alan Guttmacher, quien luego fue presidente de la asociación abortista, escribió un libro titulado El proceso de la vida (Life in the Making). En el mismo Guttmacher afirmaba:

“Hoy sabemos que el hombre nace de la unión sexual; que comienza la vida como embrión dentro del cuerpo de la mujer; y que el embrión se forma a partir de la fusión de dos células individuales, el óvulo y el esperma. Todo esto parece tan simple y evidente para nosotros que es difícil imaginar una época en la que no era parte del conocimiento común.”[1]

“Tan simple y evidente”… pero parece mentira que ésta era la opinión del máximo directivo de Planned Parenthood ¡allá por 1933! ¿Es que acaso ahora se han olvidado? Para nada. Pero no conviene, porque quedarían expuestos sus motivos eugenésicos.

Allá están los tiempos cuando en sus panfletos, hasta el año 1952, indicaban que el aborto tenía como objetivo eliminar la vida del niño en el vientre materno. ¡Bastante explícito y crudo! Y ni mencionar que tenía como fin el plan eugenésico eliminar a los negros y niños con discapacidades, y a los hijos de los pobres, para así “eliminar” la pobreza. Por eso lo de resaltar explícitamente que el aborto eliminaba una vida en el vientre de la madre. Lo de eliminar a los negros siempre ha sido una preocupación, no porque sí Planned Parenthood logró que el famoso Obamacare cubriera los abortos de comunidades “racializadas”. Lo de eliminar a discapacitados es práctica común, de hecho,  en USA, el 67% de los niños con síndrome down son abortados, en Dinamarca el 98%, y en Islandia el 100%. Al cometido de eliminar a los pobres lo siguen propagando como solución social a la “desigualdad” económica, por eso lo del la gratuidad del aborto; es decir, que el estado se haga cargo; es decir, que todos nosotros nos hagamos cargo con nuestros impuestos.

La táctica actual se centra en “concientizar” a la población con temas sensibles, como por ejemplo la salud de la madre, que en caso de no abortar moriría. ¡Tremenda mentira! Si la fundación Guttmacher, fundación hija de Planned Parenthood, ha publicado estadísticas sobre abortos realizados por la multinacional y sorprendentemente estas son las razones que las mujeres dieron al pedir un aborto:

Las razones más frecuentemente citadas fueron que tener un hijo interferiría con la educación, el trabajo de una mujer, o la capacidad de cuidar a personas dependientes (74%); que no podía mantener un bebé por el momento (73%); y que la madre no quería ser madre soltera o estaba teniendo problemas en su relación (48%). Casi 4 de cada 10 mujeres dijeron que habían decidido no tener más hijos, y casi un tercio afirmó que no estaban listas para tener uno. Menos del 1% afirmó que  la razón más importante para abortar fue el deseo de sus padres o pareja. Las mujeres más jóvenes a menudo informaron que no estaban preparadas para la transición a la maternidad, mientras que las mujeres mayores citaban regularmente su responsabilidad tanto en el trabajo como en la casa.

Ni un solo caso se debió a la salud de la madre. Ni uno. En la misma publicación se afirma que los casos que hayan ocurrido por motivos de salud son ínfimos, sólo una “pequeña proporción”. Ahora bien, hay algunos casos que de hecho son por motivos de salud. Se sorprenderán cuando lean a qué casos se refieren:

Las preocupaciones de la mujer por su salud o posibles problemas de salud fetal se mencionaron como razones para terminar su embarazo en un cuarto de la muestra cualitativa. Las mujeres que consideraban que la salud de su feto había sido comprometida citaron preocupaciones tales como la falta de atención prenatal, el riesgo de defectos de nacimiento debido a la edad materna avanzada, antecedentes de abortos espontáneos, consumo de cocaína materna y exposición fetal a medicamentos recetados. Las preocupaciones sobre la salud personal incluían afecciones crónicas y potencialmente mortales, como depresión, edad materna avanzada y toxemia. Con más frecuencia, sin embargo, las mujeres mencionaron sentirse demasiado cansadas durante el embarazo como para trabajar o cuidar de sus hijos.

Volvamos de vuelta, entonces. Nunca se dice que las razones de salud incluyen el estado del feto, especialmente si tiene alguna discapacidad. Eso no se dice porque sonaría demasiado eugenésico, demasiado Nazi. Y ni hablemos del consumo de cocaína y las medicaciones. (Como decía un panfleto pro-aborto repartido cerca del Congreso en la Argentina, durante la vigilia el día de la votación sobre la legalización del aborto: “no consuman demasiada droga”, es decir, modérense chicas…). Con respecto a la salud de la madre, nada realmente que ponga en peligro su vida. La depresión no mata, tampoco el cansancio de tener que cuidar hijos. Los hijos siempre cansan. Con respecto a la toxemia, se puede detectar, prevenir, y mantener bajo control.

De hecho, la fundación Guttmacher admitió que “la gran mayoría” de las mujeres eligen abortar a su hijo “en respuesta a un embarazo no deseado”, y no debido a las preocupaciones sobre la salud de la madre o del feto.

Planned Parenthood tiene una agenda eugenésica y de control de población, que además es muy rentable económicamente (sino no hubiesen donado 5 millones de dólares este año para activistas en Argentina). Que no nos engañen. El aborto es un mal muy grave, sin nada que lo justifique, el cual deja tremendas consecuencias psicológicas, espirituales, e incluso físicas en todos aquellos envueltos en uno. Un niño es siempre una bendición, aún cuando nazca de una mala relación, violación, o sin haberlo querido. Abraham, el padre de la fe y uno de los fundamentos de la civilización occidental, le fue infiel a su mujer con su esclava, y a pesar de todo, Dios lo bendijo con un niño (Génesis 16, 8-11).

Cuando Agar llegó al manantial que está en el desierto de Sur, junto al camino que lleva a Egipto, Dios salió a su encuentro y le dijo:

—Agar, esclava de Sarai, ¿qué haces aquí? ¿A dónde vas?

Y ella le contestó:

—Estoy huyendo de mi dueña.

Entonces Dios le dijo:

—Es mejor que regreses con ella, y que la obedezcas. De mi parte, yo haré que tengas tantos descendientes, que nadie podrá contarlos.

“Ahora estás embarazada, y vas a tener un hijo. Ponle por nombre Ismael, porque he escuchado tu llanto.”

Dios, que escucha el llanto de sus hijos, nunca nos abandona. Muchas veces la única solución a lo no planeado es la oración. Y Dios escucha el llanto de los que lo invocan.

© Pablo Munoz Iturrieta


[1] Alan Guttmacher, Life in the Making:

«We of today know that man is born of sexual union; that he starts life as an embryo within the body of the female; and that the embryo is formed from the fusion of two single cells, the ovum and the sperm. This all seems so simple and evident to us that it is difficult to picture a time when it was not part of the common knowledge.»

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