En Azul, Argentina, un niño de 5 años fue anotado en el Registro Civil con su «identidad de género autopercibida». Es decir, se eliminó el acta de nacimiento, se fraguó una nueva, ahora con otro sexo (femenino) y nombre. Es decir, legalizaron una mentira.
A este niño hay que tratarlo, eso es lo que necesita. La ciencia ha desarrollado un tratamiento muy bueno y efectivo para padres (que muchas veces son los causantes) y niños que padecen un trastorno de la propia identidad. No tratar a estas personas y legitimizar culturalmente esta patología es un crimen. Esto está muy bien explicado en el capítulo 4 de mi libro «Atrapado en el cuerpo equivocado«, con todos los fundamentos científicos al respecto.
No podemos normalizar un trastorno, causado por situaciones complejas, problemas familiares, rechazo del propio cuerpo por abuso sexual, etc. Intentar normalizarlo le hace un daño gigantezco a su psicología y, si encima realizan tratamientos hormonales y cirugías, destruirán su cuerpo. Veremos dónde está este niño en 10 años, pero la historia de seguro será muy triste.
«La familia dio con la psicóloga actual de Flor que después de varias entrevistas les dio su devolución.”Nos dijo que estábamos en presencia de una niña trans. Yo no lo podía creer. Desconocía el tema y me costó mucho al principio. No aceptaba la realidad que era más que evidente, porque sus indicios lo demostraban”, afirma Lucas que reconoce que, tras varias sesiones más, se informó sobre las infancias trans e identidades de género autopercibidas y la aceptó.»
A esta psicóloga simplemente hay que recomendarla que estudie, que fundamente su práctica en la ciencia, no en la ideología, porque le está haciendo un daño enorme a este niño. Cuidado con los psicólogos, que la mayoría tienen una formación pobrísima y, para colmo de males, ideologizada.
© Dr. Pablo Muñoz Iturrieta 2020
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Pablo Munoz Iturrieta 
Gracias, Pablo. Bendiciones.
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Totalmente de acuerdo… muchos profesionales de la psicología están ideologizados al punto de dar una lectura alegre y superficial de los derechos a autopercibirse como gusten, sin medir las graves consecuencias para su salud física y psíquica.
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