La respuesta de psicólogos de gran prestigio mundial sobre la supuesta “masculinidad tóxica”

En el mundo de la psicología están los que realmente saben, los que se creen que saben y los que no saben nada, es decir, los chantas, en general de corte marxista y totalmente ideologizados, sin preparación académica adecuada (fruto de la educación pública copada por el marxismo) y que en vez de ayudar a la gente los empeoran… Uno de estos últimos me reprochaba en un comentario a mi artículo sobre la falsedad de la “masculinidad tóxica” que “en el ámbito científico tu aporte atrasa 100 años, los terraplanistas tienen mejores fundamentos que esta porquería que escribiste”… Obviamente que al mentado “psicólogo” (de título, no de conocimiento) le falta mucho para ponerse al día con la lectura científica, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que la universidad en general es un caldo de cultivo marxista y pone la ciencia en un tercer plano… 

El informe publicado por la Asociación Americana de Psicología (ver mi comentario aquí) generó un importante rechazo de parte de los psicólogos que realmente saben. Esto es lo que nos interesa presentar aquí, para mostrar que nuestra opinión coincide con la de grandes personalidades de la psicología a nivel mundial. Veamos qué dicen estos expertos.

El Dr. John P. Wright es profesor de derecho penal en la Universidad de Cincinnati y un experto en las causas y las consecuencias de la violencia humana. En su comentario al informe de la APA es muy crítico con la noción de que la “masculinidad tradicional” es la causa de los problemas de salud mental en el hombre.[1] Según el informe de la APA, la “ideología masculina” perpetúa las peores conductas en el hombre, tales como el acoso sexual y la violación. Esta ideología masculina, según la APA, es un producto del “patriarcado”, el cual favorece y victimiza simultáneamente al hombre. Es por eso, argumenta el informe, que el hombre se tiene que aliar al “feminismo”.

Nadie fuera de ciertos círculos académicos ideologizados ha escuchado el término “ideología masculina”, como si por el mero hecho de ser hombres uno necesitara ayuda profesional… El Dr. John P. Wright es contundente al respecto, afirmando que por culpa de un informe como este la APA “no solo perdió credibilidad profesional, sino que potencialmente creó nuevos obstáculos para los hombres que realmente necesitan ayuda”.[2] Además, el Dr. Wright denuncia que la APA fue advertida con anterioridad a la publicación del informe debido al lenguaje político y progresista, el cual obviamente iba a tener un impacto muy negativo. Por ejemplo, de acuerdo al informe de la APA, la masculinidad se expresa por medio del abuso sexual, la falta de respeto y la agresividad. Es decir, según la APA, estos comportamientos egoístas, violentos y abusivos no son un problema del carácter de la persona, ni están relacionados con alguna patología individual, sino que se son inherentes a la “masculinidad tradicional”. Nada más errado.

El Dr. Keith Campbell, coautor de uno de los mejores estudios que existan sobre el narcisismo (The Narcissism Epidemic),[3] tuvo una idea sensacional: hacer un experimento aplicando los principios de la nueva guía sobre “masculinidad tóxica”. Él se pregunta: “¿Qué tipo de sociedad se construye cuando los valores masculinos se centran en el auto-enfoque emocional en lugar del estoicismo; la cooperatividad en lugar de competitividad; la sumisión en lugar de la dominación; la bondad en lugar de la agresión? ¿Serían los hombres más felices y saludables en una sociedad así? Dado lo mala que es supuestamente la masculinidad tradicional, un tipo de masculinidad invertida debería florecer en otras culturas.”[4] Lo curioso, nota el Dr. Campbell, es que ninguna otra cultura ha dado un tipo de hombre “femenino”… Es más, es necesario tener hombres fuertes y que puedan defender a la patria, porque de otra manera serían fácilmente desplazados. Esto es tan así, nota él, que cuando un pueblo no está en guerra, se festeja la agresión de modo pacífico, como de hecho pasa en el deporte: dos personas o equipos compiten dándolo todo en una muestra de masculinidad, competitividad y agresión controlada.[5] El fútbol o el rugby, por ejemplo, son ejemplos de esto y, de hecho, se vilipendia a un jugador cuando no da todo o no le “pone” ganas. ¿Quién quiere a un afeminado en la selección nacional de fútbol, de básquet o de rugby? Ir a un partido de los Pumas contra los All Blacks es celebrar la masculinidad de manera sana, donde los contendientes lo dejan todo, aún cuando las diferencias sean grandes, porque para un hombre no hay nada peor que ser “menos hombre” de lo que debe.

Otro testimonio muy importante lo ofrece el Dr. Chris Ferguson, uno de los miembros del Consejo de la APA y que estuvo presente en la votación sobre el presente informe (si, así como lo lee, en vez de buscar consenso simplemente se votó sobre el informe, ganando los miembros ideologizados). La posición de este prestigioso psicólogo es también de atender, ya que es un experto en la psicología del combate, la violencia y el asesinato, por lo que conoce a full la supuesta “masculinidad tóxica”. El Dr. Ferguson cuenta que intentó persuadir a la comisión a que miren con seriedad las fallas científicas del informe. Se hicieron algunos cambios superficiales, relata, pero los problemas fundamentales quedaron todos ahí en el informe. Sus palabras no tienen desperdicio: “Específicamente, las directrices carecen de una base científica amplia, en particular una comprensión de los contribuyentes biológicos a la identidad de género, tienden a usar términos como ‘masculinidad tradicional’ de una manera estereotipada y que carece de integridad conceptual, y se muestra como una ideología socio política en vez de ser una revisión científica equilibrada y matizada”.[6] Él no pone en duda que sea necesario armar una guía para psicólogos con respecto a la práctica con hombres, ya que el hombre se enfrenta a muchos problemas, tales como el fracaso escolar, el suicidio y la violencia. El problema es que, en vez de ofrecer un informe objetivo y basado en la ciencia, los autores se han obsesionado con la frase “masculinidad tradicional” desde un punto de vista ideológico y no han logrado más que alejar a los hombres que se podrían haber beneficiado de un tratamiento adecuado. Además, Fergurson nota que lo que han hecho los autores del debate en realidad es avanzar sus propias ideas y declararlas “fuera de discusión”, lo cual muestra un claro conflicto de interés y un problema ético.

El Dr. B. Christopher Frueh es tajante: “El último manifiesto de la APA es una vergüenza para la disciplina de la psicología”.[7] ¿Por qué? Porque el informe es “una abdicación de la responsabilidad científica, que niega las realidades biológicas y evolutivas en favor de una fantasía progresiva impulsada por la ‘justicia social’ y las ideologías ‘feministas’.”[8] Es más, para Frueh, tal tratamiento del hombre es peligroso para la sociedad y muy peligroso para la seguridad de una nación, ya que no se puede prescindir del deseo de proteger y sacrificarse por otros tan propios de la “masculinidad”. Como dijo C. S. Lewis: “Formamos hombres sin valentía y esperamos de ellos virtud y coraje. Nos reímos del honor y nos sorprendemos al encontrar traidores entre nosotros” (La abolición del hombre, 1943).

La Dra. Sally Satel, psiquiatra del departamento de medicina de la Universidad de Yale, denuncia la introducción del “género” en la práctica de la psicoterapia, ya que alienta a los médicos a asumir antes de que el paciente entre por la puerta que el “género” es la causa de sus problemas.[9] Es decir que si entra un hombre, inmediatamente la culpa es del “patriarcado” y la “masculinidad tóxica”, más allá de la razón por la cual el paciente venga a pedir ayuda. Por eso, el informe de la APA apunta a una agenda ideológica y política, no a la salud mental del paciente. No hay otra manera de explicar el hecho que el informe enfatiza el tener en cuenta el “sexismo”, el “privilegio y poder” del hombre sobre la mujer, la “definición de masculinidad”, etc.[10]

En definitiva, el informe de la APA es parte del ataque político del feminismo radical contra el hombre. La misma raíz ideológica del informe tiene su origen en la necesidad feminista de ser como el hombre, es decir, masculinizar a la mujer. El feminismo busca que en toda situación sea un 50/50 entre el hombre y la mujer, es decir, que el 100% de las mujeres hagan lo que el 100% de los hombres puede hacer. Pero si se mira desde esta perspectiva, entonces el hombre es un peligro para su realización, ya que la mujer obviamente no puede hacer el 100% de lo que hace el hombre por obvias cuestiones biológicas (la lucha por el aborto es una de las pretendidas maneras de atenuar las diferencias biológicas). ¿La solución que plantea el feminismo? Hacer al hombre menos hombre, es decir, feminizarlo, y hacer a la mujer como el hombre (no por que sí las feministas radicales no quieren parecerse mujeres y terminan buscando ser como el hombre), además de ofrecerles anticonceptivos y aborto pagado por el erario público.

La masculinidad tradicional no es el problema, sino que es de hecho parte de la solución a los problemas que afectan a muchos niños y hombres en la actualidad. La masculinidad tradicional juega un papel vital en la creación de hombres sanos y en la construcción y preservación de sociedades seguras y prósperas. Es un gran error afirmar que la masculinidad es una “ideología”, la cual se “construye” socialmente y se aprende durante el proceso de socialización. Estas posturas no tienen ningún fundamento biológico ni tienen en cuenta la influencia hormonal en el desarrollo del hombre y la mujer. Además, es mentira que el comportamiento abusivo es lo natural del hombre típico debido a la imposición ideológica de la “masculinidad tradicional”. Lo que necesitamos más que nunca son hombres de verdad. Sino pregúntenle a toda mujer que anhele formar una familia.

©Pablo Muñoz Iturrieta 2019

[1] Cf. Rabinowitz, Fredric, Matt Englar-Carlson, Ryon McDermott et al. APA GUIDELINES for Psychological Practice with Boys and Men, Washington, DC: American Psychological Association, 2018, pp. 2-3. http://www.apa.org/about/policy/psychological-practice-boys-men-guidelines.pdf.

[2] Wright, John P. “Twelve Scholars Respond to the APA’s Guidance for Treating Men and Boys”, Quillete Magazine, Feb. 4, 2019. https://quillette.com/2019/02/04/psychologists-respond-to-the-apas-guidance-for-treating-men-and-boys/?fbclid=IwAR14z_-O0My6NEhfNZppAr71e6IE8KgmUs0z6POIOa0PKWfIpsOiRPxRkyU

[3] Cf. Twenge, Jean M. y W. Keith Campbell. The Narcissism Epidemic: Living in the age of Entitlement, 1st Free Press hardcover ed., New York, Free Press, 2009.

[4] Cf. Campbell, W. Keith. “Flipping the APA on its Head”, Quillete Magazine, Feb. 4, 2019. https://quillette.com/2019/02/04/psychologists-respond-to-the-apas-guidance-for-treating-men-and-boys/?fbclid=IwAR14z_-O0My6NEhfNZppAr71e6IE8KgmUs0z6POIOa0PKWfIpsOiRPxRkyU

[5] Cf. Ob. Cit.

[6] Ob. Cit.

[7] B. Christopher Frueh. “Who Will Mount Up and Ride to the Sound of the Guns?”, Quillete Magazine, Feb. 4, 2019. https://quillette.com/2019/02/04/psychologists-respond-to-the-apas-guidance-for-treating-men-and-boys/?fbclid=IwAR14z_-O0My6NEhfNZppAr71e6IE8KgmUs0z6POIOa0PKWfIpsOiRPxRkyU

[8] Ob. Cit.

[9] Cf. Satel, Sally. “Psychotherapy Is Meant to Be Personalized Medicine”, Quillete Magazine, Feb. 4, 2019. https://quillette.com/2019/02/04/psychologists-respond-to-the-apas-guidance-for-treating-men-and-boys/?fbclid=IwAR14z_-O0My6NEhfNZppAr71e6IE8KgmUs0z6POIOa0PKWfIpsOiRPxRkyU

[10] Cf. Rabinowitz et al., APA GUIDELINES for Psychological Practice with Boys and Men. p. 7, p. 10.

 

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