[No se pierdan el video al final!]
Cuántas veces ocurre en la vida que el agua nos llega al cuello y, como si esto fuera poco, los ataques del «enemigo» se intensifican. Son momentos de prueba, que sin dudas fortalecen el espíritu en la medida que no cedamos al resentimiento, la bronca, o la desesperación. El enemigo, cuando es un verdadero enemigo, nos conoce bien, lo cual le da un cierto poder sobre nosotros y nuestras debilidades. No porque sí los griegos forjaron un gran adagio: «Conócete a tí mismo».
En la naturaleza encontramos muchos ejemplos del enemigo que acecha. En la imaginación popular, el lobo es tal vez uno de los ejemplos más citados. ¿Quien no ha escuchado el clásico cuento de Caperucita Roja engañada por el lobo feroz? Están también la fábula de «Los tres cerditos y el lobo feroz», la gran fábula de Esopo sobre un pastor mentiroso que engañaba al pueblo con un supuesto avistamiento de un lobo que acechaba a la comunidad, y el cuento «Pedro y el lobo». Todas estos relatos forjaron en mi espíritu de niño una curiosidad particular por este animal. De hecho de niño me leí una enciclopedia completa sobre el lobo, su conducta, fisonomía, distintos tipos, etc. Ya de grande he emprendido grandes travesías en esquí en busca del «lobo feroz». En más de una ocasión, siguiendo las huellas de una manada de número desconocido, me encontré con restos recientes de la cacería mortal. [En la foto, la carcaza de un ciervo adulto atacado por una manada de lobos en Canadá].
El lobo ha sido visto como un potencial y peligroso enemigo. Pero la realidad es que el lobo le escapa a la presencia del ser humano. Es muy difícil encontrarse de frente con un lobo si uno lo busca. Y fue ahí que el lobo me interesó no como enemigo, sino como alguien de cuyas tácticas debemos aprender.
El lobo se maneja en grupos estrictos, llamados manadas, dentro de la cual hay una jerarquía estricta que se respeta a muerte. No es «construcción social», como diría un postmodernista, sino que se basa en las habilidades y condición genética del lobo. Hay determinados lobos que tienen esa capacidad de tomar la mejor decisión por un instinto natural, y a ese lobo lo siguen todos. Es más, al ser el lobo mejor dispuesto genéticamente, los otros lobos le ceden el lugar para que la manada no se «debilite». Cuando un lobo «extraño» se quiere incorporar a la manada, ésta lo acepta solo si genéticamente contribuirá a fortalecer el grupo. Para la genética, el caso de los lobos es una oportunidad única para analizar la influencia de los genes y el misterio de cómo estos animales pueden percibir ciertas realidades biológicas que escapan totalmente al ser humano. Cuando un lobo adquiere una fortaleza y condición única, el «jefe» de la manada le cede pacíficamente el lugar. Si, en cambio, se produce una lucha entre ambos, el perdedor debe alejarse del grupo para siempre. La autoridad no se cuestiona nunca. Además, el cuerpo del lobo está diseñado para consumir grandes cantidades de carne (hasta 10 kg de una vez) o para pasar mucho hambre. Es esta capacidad extrema la que le posibilita enfrentar el duro invierno canadiense. En esta época es clave el conservar energía y no malgastarla en actividades sin sentido. Es por eso que uno nunca sabe cuántos lobos sigue… ya que pisan exactamente donde marca el jefe de manada, para no desgastar fuerzas abriendo paso en la nieve.
En nuestros días estamos ante un enemigo enorme llamado marxismo cultural. En esta lucha venceremos solo si nos unimos, como los lobos, cediendo inmediatamente el puesto ante aquellos que son más capaces y poseen los dones y la cultura acertada para un emprendimiento. La comunidad o grupos Pro Vida funcionarán en la medida en que actúen como una manada, atacando en grupo, no derramando sangre en la interna, y estando dispuestos a dejar el puesto a alguien mejor. Si alguien lucha solo, difícilmente logre el acometido. Es lo que le pasa al lobo cuando va solo… nunca consigue presa y termina muriendo. Es lo que pude observar en lobos que se alejaron de la manada: luchan solos y conquistan poco o nada. Como grupo debemos lograr una unidad que sobrepase lo político. Debe apuntar a lo más alto que tiene el ser humano: la vida espiritual. Muchos no coincidirán con esto, porque consideran que es una unión basada en la firme conciencia de que la vida no se toca. Esto en sí es un principio fundamental e indiscutible. Pero no alcanza para armar un grupo fuerte que, como lobos, dé un ataque mortal al marxismo cultural. Dejo esto para reflexionar, porque es un tema profundo y que debemos meditar cada uno en su interior.
Y les comparto este video de un lobo que ataca solo. Es la lucha de un lobo contra un alce en el norte de Canadá. Las imágenes me parecieron dignas de un documental. Por eso se las comparto.
El alce también nos da un gran ejemplo, porque enfrenta una gran dificultad sin claudicar. Solo así nosotros saldremos adelante con más fuerzas para continuar e incluso para ayudar a las personas que están pensando en desistir.
Muy bueno el video!!! Increíbles los colores de loa árboles!
Es tal cual, el solo se termina perdiendo. Es muy típico en la Iglesia q haya gente que nada le viene bien y se quedan de francotiradores…no duran, lamentablemente. Con los provida pasa lo mismo. Muchas gracias, Pablo.
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Solo si nos mantenemos firmes y unidos podremos conservar los valores cristianos en la familia y en la sociedad.
Cediendo pequeñas porciones solo alimentamos la voracidad del adversario,rechasar el «lenguege inclusivo»
es el primer frente de batalla.Aprender que Si a lo que es si y No a lo que es no,es el camino correcto.
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Realmente el texto y el video y la música son de lo mejor. Inolvidable
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