Ante la ideología del género que, cual invasión del pensamiento, se cierne sobre nuestra civilización y cultura occidental, no podemos dejar de preguntarnos los fundamentos filosóficos que la motivan.
Los ideólogos del género han aprendido de la historia humana. Son conscientes que la mejor forma de dominar al ser humano es por las ideas, por su pensamiento. El dinero y la economía son medios de dominación, pero secundarios. El tener o no tener riquezas no afecta lo más íntimo de la persona. Nuestra civilización lo resume en la frase “no sólo de pan vive el hombre”. En las situaciones más duras el hombre prescinde de lo económico, como lo demostraron aquellos que se mantuvieron firmes en su fe en los Gulags, los campos de concentración soviéticos.
Son las ideas, por el contrario, las que rigen el modo de ver la realidad, y es eso lo que todo ideólogo ataca. Es por eso que la guerra es profundamente metafísica, centrada en las categorías del ser y su manifestación en la realidad: por medio de la identidad sexual, la ideología del género promete falsamente que cada cual se puede identificar como le plazca, incluso si la biología lo contradice. Entonces, el problema de la ideología de género es un problema de la percepción de la realidad. Es un delirio por el cual se niega lo evidente.
Los ideólogos del género se manejan al nivel del pensamiento, conscientes de que una vez que han instaurado una idea, es difícil volver atrás. Por eso la lucha es mayoritariamente filosófica, aunque también con grandes aportes de la ciencia que son el instrumento para verificar lo real. Para poder luchar, entonces, hay que formarse, y formarse bien.
Esta forma de dominación centrada en el modo de percibir la realidad fue también manifestada de modo magistral en nuestra cultura occidental en la historia de la tentación de Adán y Eva. En ese relato ancestral, la serpiente no tentó con bienes para así dominar al hombre. La serpiente tentó a nuestros primeros padres por medio de lo más profundo de su ser, la realidad espiritual. El medio fue el árbol del conocimiento del bien y el mal. La ideología del género, como aquella serpiente ancestral, es una invitación a regenerar un hombre nuevo, libre de la tiranía de la naturaleza, de su biología, para que por medio de la tecnología se reconstruya a sí mismo a imagen y semejanza de lo que su pensamiento quiera. En el relato del pecado original, sea mito o realidad, nuestra civilización acuñó una verdad que nunca debiéramos olvidar: al hombre no se lo domina con dinero. Se lo domina con el pensamiento. Por eso, si hemos de tratar de la ideología de género, debemos comenzar preguntándonos su raíz filosófica, que es el verdadero fundamento de todo pensamiento. El resto es anécdota.
En los siguientes artículos se presentarán algunas de las ideas de fondo que motivan a este movimiento revolucionario. El arma de la ideología de género es la mentira. Entonces es con la verdad que hay que combatir al feminismo radical, a las teorías del género y la igualdad, y la teoría de la política de la identidad y diferencia. Todas estas teorías tienen un común denominador: que son aplicaciones a distintos ámbitos de las ideas propagadas por el marxismo. Son ideas profundamente comunistas, las mismas que llevaron a cientos de millones de personas a la muerte, la desesperación y el terror.
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El presente artículo está basado en mi próximo libro “Ideología de género y educación sexual”, el cual está basado en más de 800 artículos científicos sobre el tema. Los expertos consultados se cuentan entre las autoridades más importantes en el mundo científico en los campos de la genética, psiquiatría, endocrinología, epidemiología, epidemiología psiquiátrica, neurología, neuroinmunología, genética, biología, pediatría, medicina interna, y sociología. También han sido consultados multitudes de personas víctimas de la ideología de género, y sus testimonios trágicos verán por primera vez la luz en estas páginas. A ellos y sus familias van dedicadas estas páginas, porque debemos encontrar un camino para aliviar su sufrimiento.
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