La guerra feminista a la ciencia

A la mujer se la ha visto históricamente como teniendo un rol esencial en la historia de la humanidad. La razón es porque la mujer ha tenido siempre a su alcance el poder de controlar al hombre y dominarlo, en el buen o mal sentido, para bien o para mal, incluso hasta el punto de destruir su psiquis si así (perversamente) lo quisiera. Esto se debe a que el desarrollo psíquico del ser humano cumple su etapa más importante entre los 2 y 4 años de edad, y es precisamente en este momento en el que todo niño generalmente se encuentra bajo el cuidado de la madre. Si el padre es malo, o está ausente, ciertamente que puede tener un efecto nocivo en el desarrollo psicológico del niño, pero de eso hablaré en otro momento. El hecho es que la madre generalmente siempre está presente en esa etapa, y su influencia en el futuro de ese niño es crucial para eventos que deberá eventualmente enfrentar en su vida. Además, la mujer ha tenido a lo largo de la civilización occidental, y en otras culturas, los medios y el poder para transmitir la cultura, las creencias fundamentales, y la autoridad para dominar la “bestia” interna en el hombre que tantas feministas declaman. Esto no niega la responsabilidad que todo hombre adulto tiene sobre sus actos, pero quiero resaltar aquí el papel inigualable que cumple cada mujer como madre, teniendo en cuenta el reclamo feminista de opresión y subyugación. Entonces mi pregunta ¿por qué es que la mujer (feminista) quiere abandonar ese rol tan “poderoso”? Parece una ironía en cierta manera.

Una de las armas del feminismo contemporáneo, según ellas, es la ciencia. Bueno, la ciencia en tanto cuanto las apoye, sino a la basura la ciencia. Hace unos días, manejando a una conferencia en una universidad de USA, vi un cartel de esos como los que usan los partidos políticos para su propaganda. El mismo decía, arriba, “FEMINISMO”, y debajo, “la ciencia es real.” La verdad que no sé cuál será la conexión que el cartel quería notar, pero como me dejó pensando, acá van algunas notas al respecto.

Si la ciencia es tan real como afirma el cartel, ¿por qué entonces el feminismo liberal no parece aceptar ciertas enseñanzas de biología básica? Por ejemplo, es un hecho comprobado por la ciencia que los cromosomas humanos vienen dados en binarios, ya sea XX o XY. Pero el feminismo se empecina en ignorar esta verdad tan evidente. Y es de notar, de paso, esa la alianza del feminismo militante con los grupos LGBTQ, la cual se da a escala global. ¿Qué las lleva a olvidar un elemento y dato básico de la ciencia? Tal vez porque en realidad no les interesa la ciencia. Lo único que les importa es llevar a cabo una agenda liberal, secular, y postmodernista, vaciada de todo valor, una especie de libertad ciega a la acción y que justificaría cualquier determinación elevándola a derecho humano: el derecho a abortar, a decidir, al propio cuerpo, a hacer lo que quiera. Es como jugar a un juego sin reglas, lo cual es algo que cualquier niño percibiría como irracional. De hecho, Piaget propuso que hay una interacción particular entre el desarrollo intelectual del niño y las reglas del juego. El ser humano comienza desde temprana edad a captar un cierto orden, que luego se traslada al orden personal de la propia vida. Aplicado al feminismo, el movimiento no resultaría en más que un triste vaciamiento intelectual, lo cual explicaría la moral decadente y vacía de todo contenido o regla. ¡No a las reglas patriarcales!, reclama una feminista, olvidándose de que se supone que esas reglas la elevarían intelectualmente, y que, si estuvieron o faltaron, la culpa puede ser de la madre, porque es la madre la que generalmente más tiempo pasa junto a sus hijos.

La ciencia es real. El problema es que si la ciencia niega algo que el feminismo considera “dogma”, entonces lo afirmado por la ciencia debe ser “falso”, así de fácil, y sin pruebas, como si fuera posible negar la ciencia por medio de ciertas categorías mentales. A la ciencia se la niega con ciencia, no como intentó la Universidad de Yale al organizar una serie de conferencias titulada “Chau chau binario: Reescribiendo historias no normativas de género.” Es decir, según esta conferencia, las normas biológicas ya no importarían mas. Lamentablemente para las ideologías feminista y de género, el binario del cromosoma seguirá siendo XX o XY, y no hay manipulación genética que lo pueda cambiar.

Pero para entender lo de la “ciencia es real”, es necesario profundizar un poco más dentro del pensamiento feminista. Con respecto a la llamada “filosofía” feminista, podemos mencionar dos ramas o corrientes principales (aunque hay otras).

La corriente más antigua es la que generalmente se considera como “primera ola” (“first wave feminism”), es decir, la primera tanda. Esta corriente luchó activamente por oportunidades de empleo para mujeres, por el derecho a votar, y por el aumento o igualdad de sueldo. Muchas mujeres se enganchan con la idea del feminismo por las buenas intenciones que pueden tener con respecto a diversas situaciones injustas. El problema es que ese feminismo es cosa del pasado, y las actuales feministas usan de este discurso como pantalla. La realidad es más cruda.

La segunda corriente (“second wave feminism”), por el contrario, tomó una perspectiva completamente diferente con respecto a la lucha por los derechos de la mujer. Entre las progenitoras de esta corriente se encuentra de modo especial la escritora feminista Simone de Beauvoir. Fue por medio de sus escritos, especialmente “Una mujer destruida” (Une femme rompue), la cual es una colección de cuentos cortos y monólogos publicado en 1966, que preparó el camino para un feminismo distinto. Según Beauvoir, el matrimonio, el amor, y otras nociones ligadas a la familia no son nada más que invenciones humanas creadas por los hombres (como contrapuesto a la mujer) para perpetuar el dominio patriarcal, y así encontrar sentido en este universo frío y oscuro. Para Beauvoir, la mujer que se sometía a estas nociones construidas e impuestas por la sociedad masculina se sometía a sí misma a la destrucción. Así, Beauvoir tomó un nuevo rumbo, y ejerció gran influencia en Shulamith Firestone, la cual puede considerarse como la fundadora del movimiento feminista radical. Su libro “La dialéctica del sexo: Un argumento para la revolución feminista” (The Dialectic of Sex: The Case for Feminist Revolution), publicado en 1970, fue dedicado a Beauvoir. En esta obra, Firestone desarrolló una posición feminista que hoy en día es la más predominante. Tres cosas quiero notar.

En primer lugar, la obra de Firestone está guiada de fondo por el pensamiento marxista. De hecho, Firestone retoma la idea marxista de la lucha dialéctica de clases, la lucha que según Marx existía entre el capitalismo y el proletariado con respecto a los medios de producción. Firestone llevó la idea de la lucha de clases hacia una nueva dirección, a la lucha feminista entre hombres y mujeres con respecto a los medios de reproducción sexual. Para ella, si la mujer quiere ser verdaderamente libre, deberá tomar control total sobre su cuerpo, lo cual incluye el poder decidir sobre la reproducción. Hasta que la mujer no lo logre, afirma Firestone, la libertad de la mujer será meramente ilusoria. Es por eso que el feminismo radical se centra en una lucha de tipo sexual, centrada en el “derecho a decidir”, y afirmando como argumento que “es mi cuerpo”.

En segundo lugar, Firestone llevo la teoría económica marxista acerca de la división del trabajo al plano sexual, la cual llamó la “división sexual del trabajo”. La mujer, como el proletariado que trabaja para el capitalista, trabaja para el hombre por medio de la reproducción sexual. La mujer debe estar siempre dispuesta a complacer los deseos sexuales del hombre, y luego llevar el fruto en su vientre hasta el nacimiento. En resumen, todo el trabajo recae en la mujer.

En tercer lugar, Firestone hizo una reevaluación de las ideas de Beauvoir acerca del amor, el romance, y el matrimonio como inventos masculinos para encontrar sentido a la vida. Para Firestone, estas ideas benefician solamente al hombre, lo cual llevó históricamente a crear mecanismos por los cuales la mujer “pertenece” al hombre, y está sujeta a éste en el matrimonio. Por eso, para Firestone, la idea de la familia y del núcleo familiar es una idea “opresiva” para la mujer, y que por lo tanto debe ser disuelta. De hecho, ella habla de una unidad familiar biológica, la cual es fruto de una construcción ideológica para la reproducción humana, lo cual no lleva más que a reafirmar la dominación masculina, ya que la mujer es de hecho la que tiene que llevar la carga de reproducción sexual. Por eso, sólo si la mujer se levanta y revela, como el marxismo propuso para el proletariado, y toma control de su cuerpo por medio de la reproducción sexual (aborto, anticonceptivos), la opresión a la mujer por fin será superada. Esto explica el por qué el feminismo se ha aliado a la lucha por las uniones homosexuales, ya que es una manera de diluir el significado del matrimonio y familia, creando nociones “alternativas” (como la presentada en el perverso programa de TV “Modern Family”). Pero esta alianza no es más que de conveniencia, y no sería extraño que en el futuro el feminismo radical también se vuelque en contra de grupos homosexuales y transexuales, porque de fondo son hombres, y como al cromosoma XY no se los saca nadie, siempre serán potenciales enemigos.

Ahora bien, no olvidemos que la lucha dialéctica de clases no se dio históricamente de modo natural, como pensaba Marx, sino que fue llevada a cabo por medio de la lucha y revolución armada. Por eso no es de sorprenderse que los movimientos feministas contemporáneos de hecho se manifiestan con violencia (como lo demuestra el movimiento feminista argentino en cada congreso de mujeres auto-convocadas), y que tarde o temprano va a llevar a la lucha armada y terrorista, bajo la mirada silenciosa de gobiernos y medios de comunicación complacientes. De hecho, Firestone fue durísima con las “feministas burgueses”, aquellas cuyo feminismo no era lo suficientemente revolucionario porque sólo buscaban el trepar dentro de sus trabajos y el crecimiento económico.

Firestone escribió sobre la ciencia, especialmente la biología humana. Lo interesante es que su consideración sobre la biología no consiste en más que un ataque a la misma, y de ciencia no tiene nada. Firestone presenta a la biología como una tiranía natural que conduce a la opresión de la mujer. Estas palabras suyas son significativas: “En el caso del feminismo, el problema es moral: la unidad biológica familiar siempre ha oprimido a la mujer y a los niños, pero ahora, por primera vez en la historia, la tecnología a creado las precondiciones reales para eliminar tanto a las condiciones ‘naturales’ opresivas, como a sus imposiciones culturales. Con respecto a la nueva ecología, nos damos cuenta de que, independiente de cualquier punto de vista moral, por razones solamente pragmáticas y de supervivencia, es necesario librar a la humanidad de la tiranía de su propia biología.” (Sí, leyó bien, dice claramente “tiranía de la biología”). Firestone concede que, al contrario de la lucha de clases marxista, la cual es ficticia, la lucha entre el hombre y la mujer es real, y tiene un fundamente biológico: “Al contrario de las clases económicas, las clases sexuales se derivan directamente de la realidad biológica: el hombre y la mujer han sido creados diferentes, y no son iguales”. Parece ser una concesión a la ciencia, ya que ésta filósofa feminista admite que la naturaleza y la biología, de hecho, dan testimonio de un cromosoma binario XX y XY, y que por tanto el hombre y la mujer son diferentes. Sin embargo, la admisión de esta realidad científica lleva a Firestone a concluir que la biología humana debe ser trascendida si la mujer quiere ser verdaderamente libre. Para ella no basta con que la mujer esté representada con el 50% de los puestos de trabajo, o con los altos cargos empresariales o de gobierno, y que gane millones. No se trata, como lo sugiere la feminista Camille Paglia, de sólo invertir la jerarquía biológica y abrazar el poder femenino para convertir la femineidad en un arma contra los hombres. El feminismo, para Firestone, es más profundo. Ella llama a una revolución total contra la biología y la naturaleza humana, porque sólo esto liberará a la mujer. Y según Firestone, hay dos caminos para lograrlo.

El primer camino de la revolución feminista se llevará a cabo cuando el poder del dinero, la tecnología, y los servicios de la salud se unan y liberen finalmente a la mujer de la tiranía de la biología. Como ella afirma: “La tecnología ha creado las pre-condiciones reales para derrocar estas condiciones ‘naturales’ opresivas”. Éste es el próximo “gran salto evolucionario”, según Firestone. Pero esto no es fruto de su genio; es algo que ya había deseado el iluminismo racionalista con su idea de la abolición de la naturaleza humana.

Pero como ese camino todavía parece lejano, Firestone pensó un secundo camino para llevar a cabo la revolución feminista, un camino temporario hasta que el “gran salto evolucionario” pueda ocurrir. Este camino consiste en la destrucción cultural de cualquier diferencia de género, ya que la biología todavía no ha podido ser manipulada lo suficientemente como para trascenderla por medio del poder tecnológico. Como la ciencia, al menos la ciencia honesta, va a recalcar las diferencias biológicas entre el hombre y a mujer, entonces hay que crear un tipo de conciencia cultural por el cual “las diferencias entre seres humanos ya no tengan ninguna importancia culturalmente”. Éste será el camino a recorrer hasta que la mujer finalmente posea un día el poder tecnológico para poder trascender su biología. ¿Pero por qué la mujer y no el hombre? Porque la mujer nace dentro de estructuras sociales que limitan su libertad, además de no tener control sobre su composición biológica, lo cual la lleva a no tener control sobre su propio cuerpo. Todo esto, según Firestone, lleva a la mujer a vivir un tipo de opresión mucho más significativo que la opresión que pueda sufrir el hombre. Para su liberación, sin embargo, será necesario superar a la misma naturaleza humana, ya que dicha naturaleza es el obstáculo supremo para vivir la libertad plenamente.

Volviendo a lo que ocasionó estas notas, aquel cartel sobre “FEMINISMO” y “la ciencia es real”, ¿hasta qué punto realmente creen las feministas radicales y revolucionarias que haya tal cosa llamada “ciencia”? El feminismo no parece ser más que un fenómeno que abraza la falsedad hasta el de absurdo, y sin emplear ningún otro método que la mentira. Muchas mujeres se llaman o consideran a sí mismas como feministas, pero de buena intención. Tal vez al conocer la ideología de fondo opten por mejores categorías, y en vez de llamarse a si mismas feministas, usen categorías más honorables, como aquella de “madre”, o “buena mujer”. Toda mujer que ha concebido un niño sabe que hay pocas cosas tan hermosas en esta vida, ya que un niño da un nuevo sentido a su existencia y pasar por este mundo. Y todo esposo y hombre debería saber que prácticamente no hay nada más grande que una buena mujer, honesta y virtuosa. Realmente me da lástima la imagen del grito desaforado de feministas semidesnudas. Pero como la ciencia no puede ser más real, me alegro de que en fin de cuentas la naturaleza siempre vence.

Pablo Munoz Iturrieta, PhD

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