La importancia de la FAMILIA

Solo la familia motiva por el amor a que un niño crezca personalmente y la razón es simple: en la familia un niño se ve querido simplemente por lo que es. En el trabajo una persona es valorada por su productividad, en la escuela por su inteligencia, en el club deportivo por sus habilidades, pero solo en la familia se ama a la persona simplemente por ser quien es. Es una relación de amor.

Es por eso que el cristianismo siempre vio a la familia como la primera y principal escuela de valores, esa «iglesia doméstica» como se la ha llamado a veces. La familia es el ámbito propio de la formación de la persona, ya que ahí se conforman las actitudes más profundas ante la vida. En la familia se aprende a usar responsablemente de la libertad y es ahí que se aprende la virtud más grande en el plano natural: la prudencia. Esta es la razón, decía el gran Tomás de Aquino, por qué los seres humanos no abandonamos a los niños apenas puedan abastecerse por sí mismos, como lo hacen los demás mamíferos, sino que permanecemos un largo tiempo en familia, aprendiendo a discernir el bien del mal y forjando principios y el carácter necesarios para vivir en libertad. La personalidad es logro de la familia, porque en ese contexto atravesamos las vivencias más comunes.

Esa familia está formada por la gran complementariedad del padre y la madre. Donde falte alguno, falta un elemento constituyente y que siempre, de una manera u otra, afectará el desarrollo del niño y requerirá de ayuda externa para ayudar en el crecimiento afectivo y psicológico del niño. Es por eso que todo niño tiene derecho a un padre y una madre.

Padres y madres de familia, ustedes son los primeros educadores de sus hijos. No solo reclamen ese derecho, sino que vívanlo. No le regalen sus hijos a un Estado empecinado en ideologizar e hiper sexualizar a sus hijos. Eduquen a sus hijos en las virtudes y en el amor, porque solo así «triunfarán» en esta vida. Cualquier otro objetivo es ideología.

© Dr. Pablo Muñoz Iturrieta 2020