Termina un año, comienza otro: ¿Satisfecho?

Es de gran importancia ordenar la vida, de tal manera que desarrollemos nuestro potencial y tengamos un año mejor. Pero ¿cómo lograr esto? ¿Cómo mejorar la vida? Ofrezco aquí una serie de consejos que nos pueden ayudar a que este año sea un año mejor. Tal vez no tengan tiempo ahora de pensar o responder por escrito las preguntas que ofrezco, por eso los invito a que, cuando tengan un momento, vuelvan a ellas.

La práctica de la transición de un año viejo a un año nuevo se remonta a civilizaciones antiquísimas. En la Mesopotamia, por ejemplo, el emperador poseía autoridad soberana sobre el pueblo en la medida en que manifestaba el espíritu de Marduk (el dios del orden, el cual reinaba sobre los demás dioses) y pronunciaba las palabras de la verdad. En el año nuevo, el pueblo sacaba al emperador de la ciudad, lo llevaban fuera de las murallas, y lo despojaban de su atuendo real, obligándolo a relatar todas las formas en que no había sido una verdadera imagen de Marduk (dios) el año anterior. Luego de un ritual en el que se actuaba la creación del universo y la organización de los dioses (el orden, símbolo de la providencia y orden divinos, venciendo al caos), el emperador emergería nuevamente, ya rejuvenecido, como el conquistador del caos y agente del orden. Así nacía un año nuevo y desaparecía el antiguo.

Dejando de lado la mitología mesopotámica, esta tradición guarda en sí una gran verdad que la civilización occidental ha custodiado con gran celo, ya que es el fundamento que permitió a Occidente ser lo que es. La Civilización Occidental se construyó en base a una idea central: que hay un plan en la historia, un designio deseado por la Providencia, y el cual se manifiesta en el ordenamiento de todas las cosas según un orden natural (el libro más influyente al respecto es el de Agustín de Hipona, La Ciudad de Dios). El vivir de acuerdo a este orden es lo que nos “completa” como seres humanos. El alejarse de este plan, por el contrario, nos sume en una especie de “caos”, tanto personal como social. A este desvío del plan original en griego se le llamó “pecado” (amartía). Dentro de cada uno de nosotros hay como una lucha interna entre el orden y el caos, el cual es necesario enfrentar. La pregunta entonces es ¿cómo ordenar la vida?

Es necesario tomarse todos los años un momento para reflexionar. Debemos salir de las murallas de la vida diaria, despojarnos de la imagen que tenemos de nosotros mismos, y en toda conciencia y fidelidad a la verdad manifestar las maneras en que no hemos actuado de acuerdo a ese plan, o cómo lo podríamos haber hecho mejor.

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El año ya concluyó, pero ¿realizamos todas las acciones necesarias para cumplir un objetivo? ¿Qué está incompleto en mi vida? A veces no es fácil identificar qué no está bien. Muchas veces el sentido de culpa y vergüenza nos ayudan a descubrir qué es lo que no está bien, y por lo tanto a descubrir el bien opuesto a eso. Psicológicamente, es más fácil notar algo que hemos hecho algo mal que formular conscientemente una visión de lo que está bien o es correcto para nuestra vida. ¿Cómo se deben arreglar las cosas? ¿Cómo debemos comportarnos adecuadamente en el mundo? ¿Cuál debería ser la meta, o las metas, de nuestra vida?

Estas preguntas son tan generales y en cierto sentido vagas, que son muy difíciles de responder. Es por eso que la mayoría de la gente no las responde, y como consecuencia se desvían sin rumbo, sin propósito, y poseídos por la incertidumbre y la ansiedad que ese “sin propósito” necesariamente produce. Es por eso que les propongo una serie de preguntas diseñadas para ayudar a las personas a elaborar e implementar un enfoque más consciente de sus vidas. Está comprobado científicamente que si respondemos por escrito a estas preguntas, con toda conciencia, lo más seguro es que lo terminemos haciendo o logrando. Estas preguntas están diseñadas para ayudarlos a comenzar a definir una visión para el futuro, y a delinear una estrategia para su realización. ¿Qué quiero y cómo lo logro?

El salirse de las murallas de la propia vida requiere una actitud de contemplación: mírate a ti mismo como si fueras intrínsecamente valioso, como si fueras alguien cuyas acciones son muy importantes y como si tuvieras la responsabilidad de cuidarte a ti mismo. Imagínate por un momento que podrías tener lo que necesitas y quieres con la condición de estar dispuesto a definir qué es eso que necesitas y quieres. Y si realmente lo necesitaras y lo quisieras, estarías dispuesto a hacer los sacrificios necesarios, sea lo que sea.

Si pudieses tener lo que necesitas o cambiar lo que debas cambiar ¿qué requeriría?

¿Cómo reformarías tus relaciones con tus padres y hermanos y el resto de la familia?

¿Cómo llevarías una mejor vida espiritual?

¿Cómo establecerías, continuarías o repararías tu matrimonio?

¿Cómo podrías educarte más a ti mismo?

¿Hay algo que te hubiera gustado hacer, estudiar, y no lo has hecho?

¿Qué camino podrías elegir o desarrollar para tu carrera o trabajo?

¿Qué comportamiento te limita para mejorar en tu ámbito profesional o de trabajo?

¿Cómo te cuidarías mental y físicamente?

¿Cómo utilizarías tu tiempo libre de manera productiva y significativa?

¿Qué puedes hacer al respecto de lo que estás arrepentido, tanto para aprender de la experiencia, como para cambiar y mejorar?

¿Cómo manejarías las tentaciones a las drogas, el alcohol, el sexo, el internet, el resentimiento, la ingratitud, el nihilismo y la desesperanza?

¿Podrías contestar estas preguntas? ¿Podrías escribir durante quince minutos lo que podría justificar su vida, de tres a cinco años en el futuro, si tan solo pudieras lograrlo? ¿Podría hacer lo mismo, en la dirección opuesta, contemplando en qué infierno personal podrías encontrarte si no encaminas bien la vida?

¿Podrías hacer un plan para implementar tu nueva visión? ¿Podrías identificar algunas metas concretas y establecer para ellas un plazo de tiempo razonable? ¿Podrías determinar cómo mantenerte en el camino?

¿Estás dispuesto a arriesgarte a hacer todo esto mal, o imperfectamente, parcialmente, de modo que al menos tengas un mal plan, lo cual es una mejor alternativa a no tener ninguno?

Si tienes alguna pregunta sobre esta “visión” de tu propia vida, no dudes en contactarme.

© Dr. Pablo Muñoz Iturrieta

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