La ideología de género plantea una visión metafísica de la realidad totalmente opuesta a la elaborada durante siglos por la civilización occidental. Es ideología porque plantea una visión de la realidad opuesta a lo que percibimos como real y opuesta a las ciencias, manifestándose a sí misma como una lucha revolucionaria política de corte marxista, la cual busca alterar la intimidad del hogar y de todo ámbito donde actúa la persona humana. Tal ideología no aspira a ser un partido político, de hecho, no hay ningún partido político de género, sino que se inmiscuye en el pensamiento, la educación, las leyes y la política de una nación. Bien podríamos llamarla un “virus intelectual” que va influyendo en la forma de hablar, en el debate político, en el campo intelectual, en la prensa, en la educación, en los medios de comunicación, en la vida diaria de cada ciudadano. Pero al no ser una realidad, la ideología de género necesita de organismos internacionales, activistas y gobiernos para poder ser implementada, ya que no existe más que en la mente de sus ideólogos.
Uno de los primeros intentos de imposición de la ideología de género a nivel internacional se dio en la Conferencia de Dacca, en 1969, con la intervención de la International Planned Parenthood Federation, y en cuyas conclusiones se afirma como objetivo el alterar la imagen de la familia, volcando a las mujeres al mercado laboral, además de alentar la “homosexualidad”. Años después, en 1974, tuvo lugar la Conferencia de Población de Bucarest. Este intento de control de natalidad en la población en cierta manera fracasó, ya que no se aceptó el plan propuesto por los Estados Unidos. Como consecuencia, Henry Kissinger, Secretario de Estado de los Estados Unidos elabora un famoso informe sobre la seguridad de su país y las implicancias del crecimiento de la población mundial, el cual es adoptado por el Consejo de Seguridad de los Estados Unidos el 26 de noviembre de 1975. Este “Informe Kissinger” es muy importante para comprender la imposición de la ideología de género, ya que se establece la táctica a usar en el futuro: en primer lugar, hay que disfrazar las políticas de control de la natalidad bajo el manto de los “derechos humanos”, e insistir en el aborto como “derecho reproductivo” de la mujer; en segundo lugar, hay que cambiar la cultura de los pueblos para poder introducir una nueva ética; y por último, que ese proyecto sea llevado a cabo por los mismos ciudadanos a través de la política, previa indoctrinación en universidades de USA e Inglaterra.[1] Todos estos elementos fueron así preparando la llegada de lleno de la ideología de género en cuanto tal.
La ideología de género entró de lleno en el plano internacional en 1994 durante la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo, Egipto, en la cual se trataron temas referidos a derechos sexuales y reproductivos, a las acciones para mejorar la situación de las niñas, el estatus de la mujer, la situación de los adolescentes y la igualdad de género, como componentes básicos para mejorar la salud sexual y reproductiva de la población. Esta agenda se repitió nuevamente en 1995, en la conferencia del mismo nombre llevada a cabo en Pekín, China, en la cual se propuso la noción de “género” entendida como identidad sexual, la cual puede adaptarse indefinidamente para acomodarse a nuevas y diferentes finalidades. En ambas conferencias, representantes del “feminismo radical” sostuvieron la necesidad de trasladar el centro de atención de la mujer al concepto de género, lo que dio lugar al “feminismo de género” encarnado en el pensamiento de Judith Butler. Es por eso que la mujer se usa como excusa para plantear algo totalmente diferente y peligroso.
Es sabido que la ideología de género es apoyada y promovida mundialmente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Food and Agriculture Organization (FAO), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y otros.[2] Además, temas relacionados a la ideología de género han estado en el centro de recientes declaraciones emitidas por encuentros como el G7 en Canadá y el G20 en Argentina, ambos en el 2018, en cuyas declaraciones se usaron términos claramente ideológicos, como igualdad de género, orientación sexual, relaciones de poder (patriarcado), identidad de género, “estados intersexuales”, interseccionalidad, “una perspectiva transversal de género en toda la agenda del G20”, “la violencia basada en género”, etc.[3]
La “agenda” del género es también llevada al plano educativo, laboral y legal de una nación por el trabajo constante y minucioso de grupos y activistas de diferentes organizaciones, lo que se conoce como el “Lobby LGBT” o “grupos de derechos LGBT”. Hay cientos de estos grupos, los cuales manejan miles de millones de dólares provenientes de multinacionales, gobiernos, fondos privados, del negocio del aborto, etc., entre los cuales podemos mencionar a la “Planned Parenthood International”, la “Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales” (España), la poderosa “Campaña de Derechos Humanos” (USA), y “Casa Fusa” y “Fundación Huésped” (Argentina), entre otros.
Tampoco debemos dejar de nombrar a la masonería, la cual trabaja activamente por medio de una red de organizaciones no-gubernamentales que marcan la agenda de la ONU, tales como el Club de Madrid, el Club de Budapest, el grupo The Elders, las mesas de consenso relacionadas con la Carta de la Tierra, el grupo Bilderberger, la organización multirreligiosa Religiones para la Paz, la United Relgions Iniciative, el Foro sobre el Estado del Mundo, la Comisión de Gobernabilidad Global, el Consejo de Relaciones Exteriores, y la Unión Internacional de Parlamentarios, entre otros. La masonería también está presente en prácticamente todos los grupos políticos, sino ¿cómo se explica que la política de “género” sea apoyada por partidos tan dispares entre sí, es decir, por marxistas, neoliberales, capitalistas, socialistas, comunistas, y demás? La masonería se ha infiltrado efectivamente en todos estos grupos políticos e incluso en la jerarquía de diversas iglesias y denominaciones cristianas (como se puede ver en el activismo de Cheri DiNovo, pastora protestante y miembro del Parlamento canadiense, quien es la promotora más importante de la ideología de género en Canadá y quien propuso leyes para que el Estado le quite los hijos a sus padres, y en las palabras y obras del jesuita James Martin, o del cardenal católico Theodore McCarrick en USA, ambos grandes defensores de las uniones homosexuales y promotores del Lobby LGBT dentro de la Iglesia Católica). La masonería defiende una libertad absoluta en la persona, una libertad que en realidad es libertinaje, y se manifiesta en la defensa a la “autonomía total” de la persona: aborto, eutanasia, divorcio, uniones del mismo sexo, y un secularismo craso y vacío de todo valor que tenga alguna conexión con valores religiosos. Por eso, la masonería y la ideología de género coinciden sustancialmente en los planteamientos de fondo acerca de la pretendida libertad absoluta del ser humano.
Países como Canadá son un buen ejemplo para analizar, ya que la ideología de género se ha impuesto en todos los aspectos de la sociedad: en el plano legal (anticonceptivos y abortos sin restricciones y costos para liberar a la mujer, eliminación del matrimonio en favor de otros tipos de uniones), en la educación (por medio de la ESI), en el trabajo (cupos laborales a “minorías sexuales”, con fuertes multas si no se cumple, capacitación en perspectiva de género, el aceptar ciertos “derechos humanos” como condición para ser empleado), en el gobierno (el criterio para nombrar miembros de gabinete de distintos ministerios es la “igualdad de género”), en la universidad (para enseñar se pide una declaración sobre la “discriminación”, y por medio de la creación de Oficinas de la Diversidad, las cuales actúan como “policía del pensamiento” para denunciar a profesores que no apoyen los «derechos» LGBT), en el idioma (es crimen el no dirigirse a una persona con nuevos pronombres que se adecuan a su “género percibido”), y por último, en el ámbito de la familia (sustrayendo a los hijos de sus padres si éstos buscan tratamiento cuando presentan un trastorno de identidad de género).
La lucha contra la ideología de género es una lucha a favor de la verdad. Y debemos luchar porque es nuestro deber. El Cristianismo lo expresó muy bien en la frase “obediencia a la verdad”. Además, los problemas que enfrentan muchas naciones desarrolladas, tales como la crisis demográfica, el individualismo y la soledad de tantas personas, sólo se resuelve con la solidaridad primaria que genera la familia, la cual es la verdadera razón de unión entre los seres humanos. Y la ideología de género tiene como objetivo la destrucción de la familia.
[1] Cf. Kissinger, Henry. “National Security Study Memorandum 200”, Washington D. C., 1974.
[2] Un libro excelente sobre el proyecto de poder global llevado a cabo por la ONU es el de Sanahuja, Juan Claudio. Poder global y religión universal, Buenos Aires, Vórtice, 2010.
[3] Cf. G7. “Advancing gender equality and women’s empowerment”, Charlevoix, 2018; G20. “Declaración de Líderes del G20”, Buenos Aires, 2018, https://www.g20.org/sites/default/files/declaracion_de_lideres_de_buenos_aires.pdf.
Este artículo están basado en mi próximo libro sobre la Ideología de género y educación sexual, el cual está basado en más de 800 artículos científicos sobre el tema. Los expertos consultados se cuentan entre las autoridades más importantes en el mundo científico en los campos de la genética, psiquiatría, endocrinología, epidemiología, epidemiología psiquiátrica, neurología, neuroinmunología, genética, biología, pediatría, medicina interna, y sociología. También han sido consultados multitudes de personas víctimas de la ideología de género, y sus testimonios trágicos verán por primera vez la luz en estas páginas. A ellos y sus familias van dedicadas estas páginas, porque debemos encontrar un camino para aliviar su sufrimiento. Para ordenar el libro ir aquí.

Estás mal de la cabeza, chabón.
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Pablo, te recomiendo que leas y escuches a Alberto Barcena. Viene diciendo exactamente lo mismo del otro lado del oceano (en el continente europeo.
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