Llamarle «fascistas» a quienes están llevando a cabo la reducción del Estado es la muestra más grande de ignorancia política en nuestros días. El fascismo concebía el Estado como la máxima expresión de la voluntad, la identidad y el destino de una nación: una entidad que lo abarca todo, que trasciende a los individuos y encarna su propósito colectivo. Para los fascistas, el Estado no era solo un órgano de gobierno, sino una fuerza espiritual y moral, casi sagrada, encargada de unificar al pueblo bajo una única visión. Esta visión solía estar definida por un líder carismático que personificaba la autoridad y la dirección del Estado. El Estado fascista era totalitario, es decir, buscaba regular no solo la vida política, sino también la cultura, la economía e incluso las creencias personales. Los derechos y libertades individuales estaban subordinados a los objetivos del Estado, a menudo enmarcados en la búsqueda de la grandeza, la pureza o la fuerza nacional. Mussolini, por ejemplo, declaró la famosa frase «Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado», que resume esta idea de dominio absoluto del Estado. El Estado era visto como un todo orgánico, con los ciudadanos como sus partes, que existían solo para servirlo y fortalecerlo. Los fascistas también idealizaron al Estado como eterno y superior a cualquier gobierno temporal o proceso democrático. Era una herramienta para imponer la jerarquía, la disciplina y la unidad, a menudo a través del militarismo y la supresión de la disidencia. En la práctica, esto significaba que la propaganda glorificaba al Estado, mientras que la oposición, ya fuera política, cultural o étnica, era aplastada para mantener su supremacía. Así que la próxima vez que escuches a alguien usar la palabra «fascista», no es solo un ignorante de las ideas políticas, sino que por encima de todo es un castrado mental que como no sabe pensar, tiene que insultar.
¿Te dijeron «fascista»?
Pablo Munoz Iturrieta 
Buena tarde.
N a n c y 🙂
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